sábado, 29 de mayo de 2010

El caso del Crematorio...[Capítulo 1]

"Pobre de aquel que tenga frío corazón, será quien pase el más crudo de los inviernos" Por alguna extraña razón, Vlad recordó la frase que su madre alguna vez le había dicho en quizá más de una ocasión. La desechó de su mente y miró el edificio en el cual tenía la obligación de ingresar, a pesar de sus tres pisos era bastante alto y su diseño colonial le daba un toque de antigüedad, el color carmesí oscuro contrastaba caso monocromáticamente con su gabardina, algo desteñida por el paso del tiempo, en frente de la puerta una pileta con tres estatuas que representaban a ninfas danzantes, sonrió al verlas, se veían tan reales. Si miraba por la descuidada calle, podía ver carritos con maseteros en su interior una sutil pero no menos importante gota de lluvia cayó en el hombro de su gabardina "Sabía que hoy llovería" pensó con desgana, no le gustaba la lluvia. No le importó, tenía algo que hacer... pero lo había olvidado "Siempre pasa" dejo de pensar para seguir mirando.
Escuchó que frente a el se abría la puerta principal del edificio y solo dejó de mirar el anonadante panorama cuando una voz gruesa e irritantemente áspera le llamó.

-¡Vlad Walker ¿Hasta qué hora me haces esperar para entrar?!¿Quieres que te envíe una invitación?- El jefe de sección se asomó por la puerta, tenía su típico ceño fruncido y con su cara de pocos amigos dejaba mucho que desear, siempre gustaba de tratar a Vlad como un idiota, por ser joven y nuevo en el área de la investigación criminal. Pensó en dejar de molestarlo por un tiempo, pero tomó el molestar a Vlad como un deporte. El jefe de sección se acercó a Vlad y paso su mano por delante de la cara del joven detective para que volviera de una buena vez al mundo de los vivos.-Joder que te hablo Vlad, ya entra de una vez por todas-

 El jefe no esperó palabra de parte de Vlad, solo lo tomo por el brazo derecho y de un jalon lo metió dentro del edificio. Vlad iba algo extrañado por la acción de su jefe, a pesar de las pocas ocasiones en las que habían trabajado juntos jamás lo había tironeado.
 -¿Jefe, tan complicado es el caso?- Vlad preguntó con seriedad y un deje de curiosidad mientras comenzaban a bajar por unas escaleras que estaban detrás de una puerta en el fondo del primer pasillo.
 -Más de lo que crees muchacho...-La voz del jefe sonó asqueada cuando mencionó palabra y abría lentamente la puerta del sótano del edificio-Tápate la nariz- ordenó el jefe de sección.
-No creo que sea tanta co...-Vlad detuvo su hablar, con lo que vio dentro de aquella habitación cuando El jefe abrió la puerta, lo dejo más que sorprendido. Shockeado.

El caso del Crematorio...[Prólogo]

Un silencio inundaba la habitación, múltiples invitados se encontraban alrededor del “inerte” cuerpo de un hombre de mediana edad, estirado en una especie de camilla, vestido solo con un camisón blanco. Dos hombres vestidos completamente de rojo dirigieron la camilla hasta el horno crematorio, acomodaron a aquel hombre para que el espectáculo comenzara, una vez terminada la labor de esos dos hombres se colocaron uno a cada lado de la camilla en forma paralela. Los invitados no perdían detalle de lo que ahí ocurría, mas bien parecían complacidos, sus ojos se movían coordinadamente a los sucesos, parecían expectantes a lo que pronto vendría. Uno de los hombres jalo una palanca haciendo que la maquina comenzara a funcionar, el cuerpo del hombre estaba siendo atraído hacia el horno y mientras avanzaba los invitados miraban ansiosos.

Repentinamente aquel hombre vestido con solo un camisón levanto levemente la mano y abrió los ojos mientras la maquina comienza a abrir las puertas de par en par.

-¡que hacen!- un chico de unos aparentes catorce años gritaba desesperado- ¡yo les dije, acaso no ven que esta vivo!- su joven voz resonó por toda la habitación, los invitados miraron al chico como si nada fuera de lo común ocurriera, nadie abrió la boca para decir nada, tan solo miraban mientras aquel pobre hombre entraba al incinerador.

-¡paren las maquinas!- gritaba el niño con brutal desesperación.

Un tercer hombre vestido igualmente que los otros dos hombres y todos en la habitación se paro delante del muchacho.

-¿de que hablas? No vez que esta muerto – decía tranquilamente mientras el “cadáver” avanzaba lentamente, el hombre prosiguió- la droga que le hemos inyectado es poderosa y no sentirá ningún tipo de dolor, esta muerto muchacho- el tono de voz del hombre fue tan grave que a aquel niño le dio una horrible sensación de asco.

La angustia, la desesperación y el dolor hicieron que aquel niño intentara ayudar a aquel hombre condenado a ser calcinado, no pudo hacer nada mas que avanzar unos centímetros antes de ser sujetado por dos hombres evitando que fuera salvado de esta horrible “muerte”, el niño miraba a aquel hombre que tenia una expresión en su rostro de duda, confusión, aquel pobre hombre quizá no tenia idea de cual era su horrible destino.

-¡padre, espera por mi!- gritaba el niño con lagrimas en sus ojos-¡yo te seguiré! ¡Papá te amo!- grito el niño y el hombre acostado lo miro con cara asqueada, y el niño puso una expresión desentendida.

El pobre hombre entro completamente al horno y el fuego se encendió. El niño miraba toda la escena, lloraba de desesperación mientras el cuerpo de su padre se quemaba, volteo su rostro hacia el tipo que le menciono sobre la droga, notando que realmente no sentía ningún dolor al estar en las llamas. El olor a carne quemada comenzaba a inundar la habitación, ninguno de los invitados se quejaba; ninguno de ellos decía palabra, solo estaban pendientes de cómo el cuerpo del padre de aquel chico se quemaba. El olor era repugnante, pero no era tanto como la sensación de asco del chico, él no podía entender como aquella gente no tenia ninguna clase de remordimiento con lo que pasaba en aquel lugar, ni mucho menos como él podía ser testigo de aquella atrocidad.
En un instante unas puertas debajo del ya calcinado hombre se abrieron, dejándolo caer al vacío. El muchacho pudo escuchar el sonido de los huesos de su padre romperse, él estaba seguro que no era el único ahí abajo y que al caer aun estaba vivo. Los dos tipos que mantenían sujeto al muchacho lo afirmaron mas fuerte y una mujer se acerco a el, clavándole una jeringa con un líquido amarillento y provocando un grito de dolor de parte del chico, cuando todo el liquido estuvo en el cuerpo del niño la mujer se alejo con una media sonrisa en su rostro. Los hombres que sujetaban al niño lo jalaron a una camilla, amarrándolo a ella con unas correas de cuero, sin ninguna especie de resistencia del niño producto de la droga.

El hombre que menciono sobre los efectos de la droga se acerco al muchacho, puso su mano en el hombro y le susurro en su oreja “tú eres el siguiente”.